24 Imágenes por Segundo

jueves, 31 de enero de 2008

Hijos de los hombres.

De vez en cuando el cine nos ofrece verdaderas joyas de esas que te impactan y tardan mucho de curar. A veces el cine nos ofrece obras cuyo daño es tan irreversible que la herida es pútrida y hay que amputar y aun así suelen dejar graves secuelas. Otras veces la herida es tan limpia y sanadora que su marca dura pero no duele. Este es el caso de Hijos de los Hombres la última obra de Alfonso Cuarón. La película cuenta la historia de un futuro cercano (situado en el 2027). La humanidad agoniza. Hace 18 años hubo una nueva cepa de gripe que aniquiló a millones de personas y los que sobrevivieron descubrieron que eran estériles. En la tierra ya no hay niños. El ser más joven del planeta es un muchacho de 18 años, convertido en una estrella mediática y que, por fatalidades de la vida, acaba asesinado por uno de sus fans. La acción de Hijos de los Hombres transcurre en Londres. Un lugar desgarrado por la violencia, el caos y los enfrentamientos entre sectas nacionalistas. Theo (Clive Owen), es un desilusionado ex activista ahora convertido en burócrata. Su antigua compañera sentimental (Juliane Moore), se pone en contacto con él. Ella es una paria y está considerada para la sociedad como la cabeza pensante de un grupo terrorista llamados Los Peces. Juliane (curiosamente se llama así su personaje) le comunica a Theo que tiene un secreto para compartir que si sale a la luz puede llegar ser una verdadera bomba de relojería dependiendo, claro está, en cuales manos caiga… A partir de entonces el viaje de Theo se convierte en un sin parar. Si Londres es un lugar más o menos seguro (cosa que vemos que no es así) las afueras es una jungla llena de peligros en los que sobrevivir se transforma casi en un milagro. Y hasta aquí puedo leer… Por lo menos en lo referente a la trama película. Creo que Hijos de los Hombres no es una película de ciencia ficción, por lo menos tal y como la conocemos. Podríamos englobarla en ese grupo de películas cuya veracidad, pese a la ficción, las convierten en casi un documental o en un reflejo de la realidad. Dentro de este grupo podríamos inlcuir, Blade Runner, LaHora Final, Alien, A Scanner Darkly, 28 Dias Después o incluso Amanecer de los Muertos. El terror o la ficción no es de mentirijillas, son tan reales como la vida misma. Son un miedo tangible, cotidiano, que puedes encontrártelo en todos lados. El monstruo de Alien es creíble, y por qué no, posible. También es posible la plaga que en Hijos de los Hombres esteriliza la humanidad conduciéndola a una agonía tan lenta y devastadora como lacónica y poética. Y la cámara está allí, como si se estuviese en esos momentos rodando un documental. Todo lo que te rodea es verosímil. Nada, por muy extraño que aparezca, se sale fuera de lugar. Es un autentico viaje en el tiempo. Un viaje hacia un universo paralelo, posiblemente el nuestro o uno no muy alejado de nosotros. La película está repleta de momentos inesperados, que el espectador, acostumbrado ya a mil y un trucos de guión, agradece. Su final es, aunque parezca lo contrario, desesperanzador. Te deja sentado en el sofá, preguntándote millones de cosas, imaginándote tu situación y tu reacción dentro de la trama. Ignoro si la novela de P.D.James, en la que se basa la película, consigue eso. Es muy posible. Pero si os aseguro que la película lo consigue.

Lucky Louie

Hay Sitcoms y hay Lucky Louie. Después de visionar unos cuantos de sus episodios uno se da cuenta de porqué la HBO ha decidido cancelarla. Ojo, y no es porque la serie sea mala. Todo lo contrario, es una de las mejores Sitcoms de la década. Lo que sucede es que el humor acido, gamberro y algo chabacano de Louis C.K. no está preparado para según qué mentalidad, y los Yankees (no todos gracias a Dios) pero si desgraciadamente una gran mayoría no está preparada para ello. La serie habría triunfado en los 80 en cualquier rincón de EEUU, pero en estos tiempos tan pudorosos e hipócritas sólo le han podido dar una triste y simple oportunidad (y eso que ya tenían preparado ocho nuevos episodios para su segunda temporada). Doce episodios componen la primera y única temporada. Son doce verdaderos regalos para la vista y el oído. Todo ellos geniales de principio a fin. Lucky Louie narra la paupérrima vida de Louie (Louis C.K) y su familia. Fijaos si son tan pobres que por no tener ni tienen apellidos. Kim (una sobresaliente Pamela S. Aldon) es su mujer. Ella trabaja de enfermera en un hospital de mala muerte y es quien lleva todo el peso de la economía de la familia ya que Louie malvive dentro de una empresa de silenciadores de tubos de escape y apenas gana ni para comprarse una docena de Chupa Chups. Tenemos también a Lucy (Kelly Gould) la hija única, petarda y contestataria que, con sus cuatro años de edad, demuestra una mayor madurez que la que desprende el fortachón de su padre. Louie tiene secretos, le gusta practicar onanismo dentro del armario de la cocina y come donuts a escondidas de su mujer, pero claro, con lo simple que es acaba siendo descubierto. El trío no está solo. Ni mucho menos. Una serie de personajes, a cada cual más friki les acompañan. Tenemos al cuñado Jerry (Rick Shapiro) un colgao que no tiene donde caerse muerto (a que me suena eso…) y que vive de las caridades de su hermana. Por otro lado tenemos a Rich (Jim Norton) y a Mike (Mike Hagerty) compañeros de trabajo de Louie y tan mal hablados que harían sonrojar a cualquier afectado del síndrome de Tourette. La mujer de Mike llamada Tina (Laura Kightlinger) es la mejor amiga de Kim, ambas intercambian confidencias acerca de lo desastrosa que es su vida sentimental, sobre todo en el plano de lo sexual. Aunque aun y así Mike y Tina ese punto lo llevan muchísimo mejor que la pareja protagonista. Cierran el círculo de personajes el matrimonio de color compuesto por Walter (Jerry Minor) y Ellen (Kim Hawthorne) vecinos de Louie y Kim que evitan a toda consta relacionarse con ellos. Cosa que casi nunca consiguen. ¿Pero qué tiene esta serie que no tengan las demás? Todo. Es políticamente incorrecta, los personajes hacen cosas que no verías jamás ni en programas semejantes como Mi Nombre es Earl o incluso The Young Ones. Los personajes no tienen reparos en salir en pelota picada en una escena (tanto hombres como mujeres) follan sin tapujos y sueltan todo tipo de barrabasadas verbales. Se insultan y se maltratan en todos los sentidos. Vamos un Sitcom tan real como la vida misma. Cuidado, pero cuando digo que el programa es incongruente no significa que ofenda tanto para que no sea divertido. ¿Es inmoral? Lo pongo en duda. Lo que si destaco de Lucky Louie es que sus guiones son mucho más que divertidos, y eso cuesta encontrarlo en un genero tan lleno de personajes anodinos y plasticosos como los protagonistas de FRIENDS y/o sucedáneos.

Extras

Andy Millman (Rick Gervais, The Office) sueña con ser actor, deja su aburrida vida de empleado de banca, se busca un agente e intenta ganarse un terreno en el mundillo del cine. Pero tras cinco años lo único que consigue es hacer de simple y mero extra. Pero no está solo, a lo largo de la serie le acompaña Maggie (Ashley Jensen), su eterna amiga y cuyo único interés en la industria del cine es encontrar un maromo. La serie, una tragicomedia producida por la BBC y la yankee HBO en su filial británica, no es larga en ningún de los sentidos. Seis episodios, cada uno de media hora aproximadamente, pero eso sí, muy bien aprovechados. Cada corte tiene el nombre de un actor o actriz famoso que curiosamente aparece en la trama. De la primera temporada (solo hay dos) destaca Kate Winslet, Patrick Stewart, Samuel L. Jackson o Ben Stiller. En la segunda (y última) temporada aparecen David Bowie, Daniel Radcliffe (Harry Potter), Sir Ian McKellen y Orlando Bloom. Lo más curioso del planteamiento de la serie es que aquí los roles se intercambian, los extras son los protagonistas y las estrellas son meras comparsas, algunos con menos protagonismo que otro. Cada episodio refleja una problemática concreta. Temas como el racismo, la fe, el egocentrismo, la homofobia, el sexo telefónico, el exhibicionismo y otros más interactúan con la trama y con los artistas invitados, descubriendo una imagen (posiblemente falsa o no…) de los mitos del séptimo arte. Hay episodios que los actores son menos conocidos para el público en general, supongo en UK serán todas unas eminencias, aun y así no desquitan con lo que se entreteje a lo largo de la temporada. Lo que interesa es lo que les pasa a Andy, o a la petarda de su amiga Maggie y al incompetente agente (Stephen Merchant) que carece de nombre. En cada episodio Andy tiene la oportunidad de oro para triunfar, bien sea metiendo el careto en una escena (con el riesgo de que tal escena acabe cortada) o bien consiguiendo una línea de frase en la película. Sus constantes y sutiles meteduras de pata (bien sea con el equipo técnico o bien con la estrella invitada) pondrán en peligro alcanzar el más preciado de sus sueños, la fama.

Mi nombre es Earl.

Esta serie es le leche. El personaje de Erl (Jason Lee) es brutal, genial y encima es más simple que el mecanismo de un botijo. Aunque su hermano Randy (Ethan Suplee) le gana con creces. Hay series que ganan puntos cuando su duración se limita a unos simples 30 minutos y Mi nombre es Earl es una de ellas. Cada episodio es un batiburrillo de situaciones, algunas más desternillantes que otras, pero que dan mucho juego a la trama, la purgación de los pecados haciendo buenas obras (o Karma). Lo bueno que tiene esta serie es que no tiene límite y la constante y el factor sorpresa pueden mantenerse frescas hasta que a los protagonistas o responsables de la serie se cansen. Earl y su hermano no son los únicos protagonistas de la serie. Una serie de personajes esperpénticos como ellos hacen acto de presencia en todos o la mayoría de los episodios. Así tenemos a Joy (Jamie Pressly) la pedorra ex mujer de Earl despampanante pero necia hasta la avaricia. Su actual compañero Even Darnell (Eddie Steeples) más conocido como Crab Man (Hombre Cangrejo) de muy buen corazón pero muy corto de miras. También les acompaña Catalina (Nadine Velazquez) una emigrante mexicana sin papeles que se dedica a ayudar a Earl en algunos de los momentos más difíciles de su cruzada. La serie refleja una visión de la América profunda con mucho sentido del humor, esperpéntica pero entrañable.

¿Por qué nos gustan tanto las series?

1. Porque duran más que una película.

2. Porque en ellas no actúan estrellas endiosadas sino actores y actrices de pedigrí.

3. Porque consiguen hacerte sentir uno más de la familia.

4. Porque gracias la DVD o al Divx es un placer verlas casi de un tirón.

5. Porque se desarrollan mucho más los personajes.

6. Por el qué pasará en el capitulo siguiente.

7. Porque no suelen envejecer tan mal como las películas.

8. Porque están repletas de personajes entrañables como Laura Ingalls, La familia Bradford (con ocho basta) Starsky & Hutch, Tony Soprano, Mulder & Scully, Buffy, Carrie Bradshaw o Jack Bauer entre otros.

9. Porque ahora están en su mejor momento con joyas como Perdidos, Héroes, Jericho, 24, Eureka o Big Love.

10. Porque la tele es gratis y el cine no.

Si, pero...

¿Seremos los únicos seres de este planeta que las aventuras del Doctor House no nos acaban de enganchar? Hay que reconocer que la serie tiene una buena facturación pero no sé, como que le falta algo. Acabamos de ver los dos primeros episodios y como que veo todo demasiado forzado. Nos está pasando lo mismo que con Nip Tuck aunque con esta estuvimos hasta media primera temporada intentándolo y se nos hacía más tedioso que leerse El Señor de los Anillos. También es cierto que antes de House veníamos de ver Roma (Tito Pullo forever!) y el listón está como muy alto. Está claro que para verse una serie uno ha de tomarse un descanso, desengancharse de la trama y los personajes y empezar a visionar otra más limpio de mente y cuerpo que un congreso de adictos al Yoga. Otro punto para que una serie te desinfle es que todo el mundo diga que es bueniiiisima, la polla en vinagre, lo mejor que se ha hecho en televisión o que el protagonista sea su héroe. Claro, uno va ya supeditado a que lo que va a ver es lo mejor de lo mejor. Las series es como la música. Yo no soporto a Ricky Martin, Britney Spears o U2 pero hay gente que con ellos se vuelven locos y hasta dan volteretas con triple o incluso cuádruple salto mortal en el aire , que le vamos a hacer. A mi me pasa lo mismo con FRIENDS, EMBRUJADAS, FRAISER o CHEERS. No les encuentro ninguna gracia y es que, hasta en algunas de ellas las arcadas son el primer síntoma de que he de cambiar de canal inmediatamente. Lo que son las cosas. De momento a House le vamos a dar otra oportunidad. Esperemos que la cosa cambie. Ya se nos han resistido varios culebrones como URGENCIAS, la citada NIP TUCK, EL ALA OESTE DE LA CASA BLANCA, ARRESTED DEVELOPMENT o la segunda temporada de MUJERES DESESPERADAS. Este año pasado nos lo hemos pasado en grande con joyas como HUFF, MONK, MEDIUM, LOST, 24, A DOS METROS BAJO TIERRA, LOS SOPRANO, QUEER AS FOLK o la primera temporada de SLIDERS (SALTO AL INFINITO). Veremos que sucede cuando lleguen a nuestros ojos PRISION BREAK.

Citas Marxistas

Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente.

Una cita a ciegas puede convertirse en un cerdo con sombrero y un bolso de mujer.

¿A quien va usted a creer?, ¿a mi, o a sus propios ojos?

Él puede parecer un idiota y actuar como un idiota. Pero no se deje engañar. Es realmente un idiota.

Nunca olvido una cara. Pero en su caso, estaré encantado de hacer una excepción.

¿Por qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mi?

Una mañana me desperté y maté a un elefante en pijama. Me pregunto como pudo ponerse mi pijama.

Partiendo de la nada alcance las mas altas cimas de la miseria.

Bebo para hacer interesantes a las demás personas.

Solo hay una forma de saber si un hombre es honesto: preguntárselo. Y si responde "sí", sabes que es un corrupto.

¿Que por qué estaba yo con esa mujer? Porque me recuerda a ti. De hecho, me recuerda a ti más que tú.

¿Servicio de habitaciones? Mándenme una habitación mas grande.

El secreto del éxito es la honestidad. Si puedes evitarla, está hecho.

Fuera del perro, un libro es probablemente el mejor amigo del hombre, y dentro del perro probablemente esta demasiado oscuro para leer.

Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer. Detrás de ella, esta su esposa.

El matrimonio es la principal causa de divorcio.

Lo malo del amor es que muchos lo confunden con la gastritis y, cuando se han curado de la indisposición, se encuentran con que se han casado.

Disculpen si les llamo caballeros, pero es que no los conozco muy bien.

Es usted la mujer más bella que he visto en mi vida... lo cual no dice mucho en mi favor.

Oh! Nunca podré olvidar el día que me casé con aquella mujer... Me tiraron píldoras vitamínicas en vez de arroz.

- ¿Por qué y cómo ha llegado usted a tener veinte hijos en su matrimonio? - Amo a mi marido. - A mí también me gusta mucho mi puro, pero de vez en cuando me lo saco de la boca.

Cásate conmigo y nunca más miraré a otro caballo.

No permitiré injusticias ni juego sucio, pero, si se pilla a alguien practicando la corrupción sin que yo reciba una comisión, lo pondremos contra la pared... ¡Y daremos la orden de disparar!

Oiga mozo, ¿y no sería más fácil que en lugar de intentar meter mi baúl en el camarote, metiera mi camarote dentro del baúl?

Supongo que había que inventar las camas de agua. Ofrecen la única posibilidad de beber algo a media noche sin pisar al gato.

Durante mis años formativos en el colchón, me entregué a profundas cavilaciones sobre el problema del insomnio. Al comprender que pronto no quedarían ovejas que contar para todos, intento el experimento de contar porciones de oveja en lugar del animal entero.

Es una tontería mirar debajo de la cama. Si tu mujer tiene una visita, lo más probable es que la esconda en el armario. Conozco a un hombre que se encontró con tanta gente en el armario que tuvo que divorciarse únicamente para conseguir donde colgar la ropa.

Dices que conociste a John en un ascensor, y mi pregun ta es: ¿subía o bajaba? Esto es muy importante porque, cuando bajamos en un ascensor, siempre tenemos una sensación de vacío en el estómago que a veces puede confundirse con amor. En cambio, si subía, se trata de un caso claro de flechazo a primera vista, y también demuestra que John es un joven en periodo de ascenso. (De una carta a su hija Miriam)

Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…

Y por ultimo:
Citadme diciendo que me han citado mal.

Y sin mover el culo del sillón...

Hace poco se desató en la redaccion de Edicion Limitada DVD una interesante charla acerca de cómo serían las tiendas de música y cine del futuro (no muy lejano por cierto) suponiendo que el CD o DVD desapareciesen de la faz de la tierra. Las conclusiones fueron varias. Una de ellas era la intrusión (tanto en calles, aeropuertos, estaciones o dentro de centros comerciales) de unidades semejantes a los cajeros automáticos de los videoclubs en donde, reproductor de MP3 o teléfono móvil en mano, podríamos descargar música (se entiende de forma legal) que quisiéramos. La compra podría ser de temas sueltos (creándonos un recopilatorio) o bien adquiriendo el álbum por completo. También hablamos de la posibilidad de hacerlo desde casa mediante Internet, ya sea directamente desde la web del artista o desde un establecimiento virtual concreto. Todo esto muy bien y para nada novedoso, pero ¿qué sucedería con el cine?
Curiosamente la respuesta no tardó en llegar y no precisamente en de ninguno de nosotros. Resulta que Microsoft (tras un acuerdo con diferentes Majors) ha decidido ofrecer, mediante su servicio Xbox Live y, por supuesto, poseyendo una Xbox 360, la posibilidad de descargar series y películas en alquiler o compra a precios muy módicos que van desde los 4 a 6 euros. De esta forma ya se pueden ver películas como Superman Returns, Nacho Libre o series como Lost, Star Trek, South Park o CSI sin bajar al videoclub de la esquina y sin necesidad de “despoltronarse” del sofá. Sobre la modalidad de alquiler se permite al usuario conservar el contenido descargado hasta dos semanas siendo borrado a las 24 horas de su visionado. Por cierto el servicio, sólo vigente y de momento en EEUU ofrece la posibilidad de descargar el contenido en alta definición. Bill Gates no ha sido el único visionario, George Lucas comentó hace poco que el futuro del cine sería Internet y, añadió, que la televisión iba a jugar un papel importante en la industria del entretenimiento gracias a la sobresaliente calidad de las series que se producen actualmente. ¿Significaría eso la desaparición de las salas de cine tal y como las conocemos? Pues en cierta manera si y también no. Por un momento imaginaos la posibilidad de poder ver los estrenos directamente en casa, y no me refiero a hacer uso de la basurilla de los “screeners” ni a la engañosa calidad del DVIX, sino verlos en alta definición en 5.1 o 7.1, pantalla panorámica y tan sólo a los pocos minutos de haberlo solicitado mediante pago. Quien sabe, esto puede ser una realidad muy pronto, en mucho menos de un lustro. ¿Qué entonces el cine pierde toda su magia? Depende ¿Qué no hay nada mejor que una sala grande con palomitas, butacas cómodas y pataditas en la nuca del compañero de butaca de atrás? Pues que queréis que os diga. También podéis imaginar un cine con una tienda donde podréis compraos la película que acabáis de ver, u otras novedades. O acudir a un festival como Cannes, Sitges o Berlín desde casa, On Line y poder votar aquella película que más os guste a través del servicio SMS o de forma interactiva, mediante el mando a distancia. ¿Qué se me va la olla? Tiempo al tiempo.

Películas que han marcado mi vida.

Sucede, como con la música, que el cine forma una parte importante de mi vida y supongo que también de la vuestra. Personalmente no puedo concebir un mundo sin celuloide. Sería triste y aburrido, aunque siempre tendríamos los libros para dejarnos escapar unos instantes de la realidad. Yo he heredado mi pasión por el séptimo arte gracias a mis padres. Ya he comentado en más de una ocasión su amor por el cine.

Frankestein (James Wale 1931)
Fue la primera película. Tenía dos a
ños cuando mi madre me llevó al cine a verla, acompañado por una vecina (por cierto experta en preparar sabrosas merendolas cinéfilas a base de bocadillos y otros manjares) Mi madre me dijo que me pase gran parte de la trama durmiendo, pero sobre todo roncando. Me dijo una vez que vio como me despertaba, justo en el momento en el que aparecía Boris Karlof haciendo de criatura. Me dijo que había puesto los ojos como platos como fascinado y asustado a la vez. Es curioso pero yo recuerdo algo de ello. Me acuerdo de ver algo en blanco y negro, un señor mayor ciego al que visitaba una especie de ser descomunal con la cabeza cuadrada y dos tornillos en el cuello.

Tiburon (Steven Spielberg 1975)
Otra e mis grandes favoritas. Recuerdo que d
iseñé, en mi casa, un decorado para la entrada del cine con motivos basados de la película. Había algas colgando del techo y acomodadores vestidos de hombre rana. En casa teníamos la novela de Peter Benchley y leía fragmentos buscando aquellos que más me gustaban que por supuesto eran los ataques del tiburón. He de decir que salí muy impresionado del cine con imágenes como el ataque a la laguna con esa pierna amputada descendiendo a las profundidades o la cabeza del pescador asomándose por el hueco del bocado que había pegado el escualo a la barca. Tenía tanto miedo que no me atrevía ni a beber en un baso de agua (a no ser con pajita) no fuera que me apareciese su el tiburón y con su mandíbula y me zampase de un sopetón.

El pozo y el péndulo (Roger Corman 1961)
Sólo una escena. Ese péndulo bajando lentamente y cortand
o la camisa de Francis (John Kerr). Simplemente angustiosa.

Aullidos (Joe Dante 1981) y Un Hombre Lobo Americano en Londres (John Landis 1981)
Son las dos primeras películas que alquilé e
n video. Me metí tal maratón de cine de terror que me produjo mi primer ataque de ansiedad. Hay escenas en cada una de ellas que me marcaron. En aullidos el polvo a la intemperie que se mete el Bill (Christopher Stone) marido en la película y en la realidad de Dee Wallace Stone con Marsha Quist (Elisabeth Brooks) con transformación incluida, es lo más morboso que he visto en mucho tiempo. En la segunda me impactaron las escenas de las pesadillas de David (David Naughton) la horribles apariciones de Jack Goodman (Griffin Dunne) a su amigo y, porque no, la escena de la transformación.

El Coloso en llamas (John Guillermin (1974)
Otra película clave en mi vida. Fue la que hizo que descubriese el cine de catástrofes. Me encantaba todo de ella. Las situaciones, sobre todo aq
uella cestita colgando en el vacío...

Encuentros en la Tercera Fase (Steven Spielberg 1977)
Una maravilla. Disfruté con ella mil veces. Me gustó tanto como me había gustado la Guerra de las Galaxias. Spielberg era el rey. Me acuerdo que en el disco de la banda sonora había una versión en single del tema principal en versión discoteca. Con unos amigos inventamos un baile al respecto con el que torturábamos a familiares y amigos en cuanto se nos antojaba. Aun tengo el cómic de la película por casa. La escena de Barry (Gary Guffey) abriendo la puerta y esa luz anaranjada iluminándolo todo era bestial.

Alien El 8 Pasajero (Ridley Scott 1979)
Uff, que puedo d
ecir de esta obra maestra. Recuerdo que cuando leía algo de ella, antes de que se estrenase, pensaba que era una peli más de ciencia ficción que aprovechaba el tirón de éxito de Star Wars. Cuando mi hermana me dijo que una amiga suya la había visto y que aun tipo le salía un bicho del estómago no me lo creí. Aquello era imposible. No se podía hacer. Cuando en el cine vi la escena me quedé aterrorizado e intrigado, era cierto, un gusano enorme había salido de la barriga ¿cómo coño lo habían hecho? Recuerdo quererme ir del cine en las ultima escena cuando Ripley (Sigurney Weaver) corría como una loca por los pasillos a punto de exoplotar de la Nostromo. Me angustié mucho. Luego en casa me comí la olla un montón reguntándome por qué aquella pobre gente tenía que sufrir aquel infierno y me entró tal terror que tuve que ir a dormí con mi hermana.

Rollerball (Norman Jewison 1975)
Fascinante. La primera vez no pude verla entera ya que estaba con unos amigos en un cine de pueblo y vinieron nuestros padres a buscarnos. Me gustaba la estética semejante a 2001 de Kubrick La escena de la fiesta y los invitados quemando un árbol o el partido inicial contra el Madrid son lo que mas recuerdo de ella.

Psicosis (Alfred Hitchcock 1960)
La primera vez no la vi, la escuché. La estaban viendo en l
a tele de su habitación mis padres y mi hermana. No querían que me asustase al verla. Insisto: fue peor escucharla.El Increible Hombre Menguante (Jack Arnold 1957)
Una maravilla del fantástico. La escena del gato atacando la casita de muñecas, la lucha con la araña o la mosquitera que, de repente, era accesible para Scott Carey (Grant Williams) hacia el mundo exterior no se me olvidarán jamás.

Mujercitas (George Cukor 1933)
Otra película de la infancia. Ahora parece cur
si y ñoña pero disfrutaba con las aventuras de Jo (Katharine Hepburn) Amy (Joan Bennett) Beth (Jean Parker) y March (Frences Dee). Recuerdo las escenas de la fiesta en casa del vecino con el vestido de Jo con un parche en el culo de haberlo quemado al acercarse a la chimenea. La muerte del bebe de la vecina debido a la escarlatina me produjo desde entonces mucho yuyu o cuando Jo cansada se enfrenta a la frepelente tía March (Edna Mary Oliver).

Las Vacaciones del Sr Hulot (Jaques Tatti 1953)
Otra que fui con toda la familia. Excepto mi padre nadie sabía nada de ella. Nos reímos como nunca. Fue una tarde de lo más divertida, inolvidable.

Qué verde era mi valle... (John Ford 1941)
Era una de mis películas de mi infancia. Lo que más me gus
taba era la cama que tenia Huw Morgan (Roddy McDowall) empotrada en el alfeizar de una ventana. La vi en televisión varias veces y me quedaba siempre embelesado con ella. Hace poco la vi junto con Eva en nuestras vacaciones alpinas y seguía tendiendo chispa.

La Invasión de los Ladrones de Cuerpos (Don Seigel 1956)
Una de mis joyas. Una de las pocas películas que m
e llevaría a una isla desierta (con electricidad, TV y DVD incluída, por supuesto). Yo sufría terrores nocturnos y dormir para mi era un suplicio. Imaginad lo identificado que estaba yo con esta obra maestra. No tiene desperdicio alguno. Es perfecta de principio a fin.

El Hombre con Rayos X en los ojos (Roger Corman 1963)
Me fascinaba eso de que un hombre tubiese la habilidad para poder ver a través de los muros y personas. Las consecuencias fianles no me agradaron mucho. Los ojos completamente
negros del Doctor James Xavier (Ray Milland) y los feligreses gritándole "!Arrancatelos, arrancatelos¡" me produjeron un trauma con pesadillas incluidas.

Star Wars Episodio 4 (George Lucas 1977) y El Imperio Contraataca (Irwin Kersner 1980)
La Number One. La mejor de toda. Marcó un antes y un después en mi forma ver el cin
e. Para mí sería y será siempre el año O de mi vida cinefilia. Si Spielberg era el rey George Lucas era el mago del reino. Conocía la existencia de la película porque mi padre se había comprado la novela escrita por Lucas en inglés y porque también me la había comprado en castellano (por cierto fue el primer libro que me leí en mi vida). En casa ya sonaba la banda sonora hacia meses antes de sus estreno. Lucas supo hacerme creer que mundos como Tatooine, Hoth, Dagobah, Bespin o La Estrella de la Muerte podían ser tan reales como el nuestro. Yo quería ser Luke Skywalker (Mark Hamill) y tener dos robots como R2D2 y C3PO. Queía vivir miles de aventuras en ese universo. Por auqellos tiempos traté montar una obra de teatro basada en Star Wars con un amigo (y eso que aun no habíamos visto la película) Construimos un robot (en realidad unos botes de detergente que embuchamos al hermano pequeño de mi amigo y que se quejaba cada vez que le haciamos pruebas. Me compraba (y aun conservo) los cómics Bruguera oficiales de la película. Me servían para continuar soñando con ese universo. También tuve el álbum de cromos (que lo terminé) y el libro del Making Off. Mi hermana me regaló para navidades mi segunda espada láser (la primera fue la entena de una radio que, al agitarla violentamente, se extendía hasta parecerse a algo semejante a un sable como los de la película. De tanto darle manotazos se rompió y me lleve una soberana hostia por parte de mi padre después de ello) También me compré los muñecos de la película que guardaba como paño en oro.

Bienvenido Mr Scrooge ( Ronald Neame 1970)
La pude ver de reestreno y automáticamente se convirtió en una de mis películas favoritas. Me gustaba mucho la ambientación oscura y lúgubre de todos los decorados las canciones, la que canta Tiny Tim (Richard Beaumont) llamada "The Beautiful Day" que rompe el corazón a todo el mundo m
enos Scrogge (Albert Finney), o ese fantasma de Jacob Marley (Alec Guinness) etéreo, vestido con su sudario con las cadenas flotando por el aire y esa mano despidiéndose a cámara lenta mientras se cierra la puerta de la habitación. Pero para impactante el espíritu de las navidades futuras, alto, vestido con la tunica negra en alegoría a la muerte o la escena de Scrooge en el infierno mientras le rodean de unas cadenas inmensas mientras grita aterrado.

Siete Novias para Siete Hermanos (Stanley Donen 1954)
Mi madre nos llevó a mi hermana y a mí a verla. Fuimos a regañadientes. No nos apetecía nada. Estabamos seguros que nos aburriríamos. El resultado fuel el opuesti. Salimos encantados y con ganas de volver a verla. Ese mismo día mi madre nos compró el disco de la banda sonora que escuchamos 654765765 veces hasta casi rayarlo.

El Séptimo Sello (Igmar Bergman 1957)
Otra
de mis grandes obras fetiche. La primera vez que la vi era muy pequeño y me impresionó mucho el personaje de la Muerte (Bengt Ekerot) todo él de negro, luciendo ese rostro pétreo y pálido pero aun y así elegante. La escena que más es me quedó grabada es la de la danza de la muerte con esas siluetas en lo alto del risco agarradas de la mano.

El Mago de Oz (Victor Flemming 1939)
La vi en Madrid. Flipé mucho con ella. Esos decorados tan cartón piedra, ese color tan intenso. El hombre de hojalata me daba mucha grima (aunme lo da), en c
ambio el Espantapájaros y el León cobarde me entusiasmaron. Nunca olvidaré ni la escena del campo de flores sedantes, los monos voladores, la farsa del Mago en la Ciudad de Espemeralda o el derretimiento de la bruja malvada del Este. Pero lo que más me gustó fue la marquesina del cine donde la proyectaban en la Gran Vía con los retratos en grande de todos los protagonistas.

El Mundo está Loco, Loco, Loco, Loco... (Stanley Kramer 1963)
Una de mis preferidas. Recuerdo un domingo ir a verla en tropel junto a mis padres, mis tios y unos amigos. Me encantó la escena de la doble V en el parque y la secuencia de la
escalera mecánica o el avión descontrolados.

Oliver! (Carol Reed 1969)
Toda una institución en mi casa. Era LA PELICULA. La Number On
e hasta que llegó Star Wars. Recuerdo que cuando la vi me llamó mucho la atención la ambientación, tan oscura y triste, con todos esos niños tan bailones y cantarines pero pobres. Sentía pena por el pobre Mark Lester que interpretaba a Oliver con esa eterna cara de no haber roto un plato en su corta vida.

West Side Story (Jerome Robbbisn/Robert Wise 1961)
La vi en Inglaterra, en c
asa de mi abuela a través del televisor. No entendía nada solo cuando alguna vez hablaban en castellano. Mi padre era un fan de la banda sonora. Era uno de los discos mas pinchados los fines de semana.

Poltergeist (Tobe Hooper 1982)
Que miedo pasé. Sobre todo los últimos diez minutos con esa casa descontrolada y totalmente dominada por las fuerzas del mal. Esa noche no pude dormir solo, estaba más que aterrado. Como siempre me fui a dormir con mi hermana.

Fiebre del Sábado Noche (John Badham 1977)
Cuando fui a verla junto con mi madre, mi hermana y unos vecinos pensaba que el acomodador no me dejarían entrar a verl
a, pero no fue así. Aquí fue cuando descubrí que en el cine también se follaba aunque sólo fuera en la parte trasera de un coche y se decían palabrotas. Me encantaba como bailaba John Travolta. Pienso que esta película creó escuela, sobre todo en preadolescentes como yo que descubrimos con agrado la música disco. Mi hermana en concreto a los Bee Gees.

Bailando con Lobos (Kevin Costner 1990)
Es importante para mi pero no por la película, que considero un tostón; sino por que fue la primara vez que fui solo al cine. Me costó decidirme pero lo logré. A partir de entonces se convirtió en una práctica muy habitual.

Blade Runner (Ridley Scott 1981)
Maravillado me quede yo con semejante obra maestra. Me trasportó al futuro desde el primer momento. Aquello era pura magia y lo demás eran leches. He decidido que quiero que me incineren con ella.

El Baile de los Vampiros (Roman Polansky 1967)
Otro descubrimiento gracias al sabio consejo de mi padre. Ya había oído hablar de ella en casa y la verdad es que le tenía ganas. Fuimos a un reestreno y no me arrepentí nunca. El profeso
r Ambrosius se convirtió en mi héroe.

Barrabas (Richard Fleischer 1962) y El Desafío de las Águilas (Brian G. Hutton 1968)
No esperaba nada de ellas cuando fui a verlas sobre todo la segunda porque el cine bélico no me atraía na
da. Finalmente agradecí al cielo haberlas descubierto. Disfrute como nunca con ambas. Me engancharon y aun en día son dos de mis películas favoritas.

La Profecía (Richard Dooner 1976)
Mis padres la habían visto y nos hablaban mucho de ella. Eso de que un niño era el hijo del demonio me llamaba mucho la atención y me aterraba. Cuando la vi, me encantó y me aterrorizo a partes iguales. En casa rondaba la banda sonora que un día partí en cientos de pedazos y
lancé al cubo de la basura. Me daba malos rollos.

Chinatown (Roman Polansky 1974)
Uno de los peores momentos en una sala de cine. Fui a verla de reestreno con mis padres. Yo no tenía ni nueve años. Me aburrí como una ostra. No
había forma de que la puñetera película se acabase. Se me hizo eterna, en serio y cuando al final se cargan a Fay Danaway sentí hasta alegría, no por ella, sino por que faltaba casi nada para los títulos de crédito. Tengo ganas de darle una segunda oportunidad.


La Noche de los Muertos Vivientes. (George A. Romero 1969)
La vi sin verla. Me la explicó mi madre un verano como si se tratase de un cuento. Pase más miedo cuando me la contó que cuando conseguí verla
en video. Una película que mitifiqué anticipadamente y no me arrepiento de ello en absoluto.

Grease (Randal Kleiser 1978)
Otra joya de la corona. Recuerdo las interminables colas para ir a verla y en sesión matinal. Nos se que tiene pero engancha. Mi hermana y yo nos compramos la fotonovela de la película y el disco doble para así revisarla una y otra vez. Nos aprendimos los bailes, queríamos vestirnos como los macarras de Travolta y Olivia Newton John al final de la película.

La Mascara (Chuck Rusell 1994) y Forest Gump (Robert Zemeckis 1994)
Estas dos van juntas por una sencilla razón. Pertenecen a la época en la que falleció mi madre. Ella me compró la entrada para The Mask precisamente para el preestreno en el festival de Sitges 1994 (curiosamente también la primera vez que acudía a dicho evento). Con Forest Gump s
ucedió que, una semana después de fallecer mi madre fui a verla de estreno. Estaba muy deprimido y confuso. No sé porqué pero el mensaje de Gump me ayudó un poco a superar el dolor.

El cine... antes de la llegada del video.

Muchos de vosotros aun os acordareis de como era el cine antes de que apareciese el video. A los que no, igual este Blog les parecerá un cuento chino. Cuando el video era una utopía existían las salas de cine más conocidas como estreno y de reestreno. En las segundas las películas se estrenaban un lunes y duraban una semana justa. A diferencia de las primeras que duraban semanas e incluso meses. Por el precio de una entrada de reestreno era de 10 pesetas y podías ver dos películas. En los cines de estreno por 25 pesetas (incluso menos) podías ver la misma película una y otra vez e incluso entrar cuando ya estaba empezada y esperar a la siguiente sesión, sentado en la misma butaca a que volviese a comenzar la sesión y ver lo que te habías perdido (y se preciaba disfrutar del resto). Ambos cines eran uno, nadie sabía lo que eran las multisalas. En ambos también vendían palomitas rancias, chocolatinas y refrescos en botella de cristal, que acababan rodando (aun recuerdo el sonido que hacían) por los pasillos o por debajo de las butacas para acabar amontonadas unas sobre otras en las primera filas. Sí, el cine era uno y el sonido también. No había “estéreo”, ni “Dolby Digital” ni “5.1”. Sólo unos bafles detrás de la pantalla que a veces sufrían interferencias dejando una frase a medias o haciéndote respingar si estabas concentrado con la trama. En los cines de antes había telón que se abría al comenzar la sesión, primero una gran tela de terciopelo rojo escarlata y luego un visillo, a veces transparente que solía ajustarse a los formatos de pantalla que existían entonces. El público solía aplaudir al comienzo y al final de la película. En esa época no existía “Movierecord”, “Distel” ni sucedáneos, sólo unas tarjetitas borrosas y cutres que aparecían en la pantalla a modo de diapositivas con una música y, a veces, acompañadas de una voz ratonera. Eran los años del NODO ("¿Otra vez el jodido NODO?" grité una vez en medio de una sala repleta con tan solo 8 años de edad). Los sábados y los domingos había sesión matinal. Solían pasarse películas para niños o dos grandes títulos de reestreno. También existían cines de "Arte y Ensayo" donde “Bergman”, “Tati”, “Visconti” o “Passolini” eran los amos.
Volviendo a los reestrenos. Cuando no había video existían las sesiones dobles. A veces eran dos títulos que ya habían sido estrenado hacía meses o bien películas que ya eran clásicas como las de “Tarzan”, los “Cañones de Navarone”, La Senda de los Elefantes” o “Cuando ruge la Marabunta”. Se les había vuelto a dar una nueva oportunidad de vida y a nosotros de poder disfrutarlas.
En esa época, recordábamos películas. Si querías revivir tus mejores escenas debías de coleccionar cromos, verlas cuando las emitían en la tele (o sea casi nunca) o revivirlas ojeando cómics o fotonovelas. Por regla general los cines de reestreno eran exclusivos del barrio. Los sábados podías ver filas de vecinos, amigos y conocidos que se impacientaban por ver a “Bud Spencer y Terence Hill”, “Bruce Lee”, “Los Hermanos Marx” o incluso “Charlot”. Las mujeres se limitaban a criticar el modelito de “Fulanita” comprado en el “Sepu” o el de “Zutanita” que además se había pintado como una puerta y perfumado como una mofeta: - Miralá, se decian. - Igual se pensaba que iba a la “Ópera” o al “Festival de Cannes”.
En algunos cines había servicio de bar, siempre a lado de la pantalla, entre sesión y sesión se vendían, patatas chips y bocadillos. Muchas veces uno se llevaba la merienda desde casa, una fiambrera con callos, tortilla o ternera estofada. Las botas de vino también eran muy populares en ese tipo de salas y solían pasárselas unos a otros a lo largo de la fila.
A mí lo que más me gustaban eran los carteles y las fotos que adelantaban momentos cruciales de la película. "Barcelona" tenía buenos carteles pero “Madrid” se llevaba la palma. Fue allí, una semana de 1974 en el que fui a visitar a unos primos, cuando vi, por primera vez “El Mago de Oz”. Lo que más recuerdo con nostalgia era bajar del taxi y ver el cartel con una cabeza de “Judy Garland” y del resto de personajes pintados sobre la marquesina. También recuerdo el cartel de “La Aventura del Poseidón” y las fotos pegadas con celo a los cristales. De "Barcelona" recuerdo los de “Grease”, “Mary Poppins” “Oliver”, “Tiburón”, “Supermán” o “Aeropuerto 1977”, espectaculares y mágicos para la mente de un niño.
Las salas de ahora son demasiado asépticas. En “Barcelona” han perdido todo su glamour. Ya no hay marquesinas con carteles ni siquiera fotos. Son fábricas de chuches enmoquetadas, con muchos pasillos y cientos de salas. Las colas son amorfas, confusas, llenas de niños aborregados jugando con las melodías de los móviles, aparatos que ni siquiera apagan cuando entran a ver la película. Las salas son como laboratorios donde ponen a prueba nuestra paciencia y sobre todo nuestros tímpanos. Ya no te dejan quedarte a ver la película otra vez. Ni se te ocurra intentarlo porque te echan de muy malas maneras. Las butacas son cómodas y hay espacio para descansar las piernas, sí, pero aun y así siempre hay un imbécil que te da pataditas hasta la exasperación. Menos mal que ya no hay punteros láser jodiendo la marrana, ahora se ponen a hacer el pino delante de la pantalla, a jugar a comandos por entre las filas o a entrar y salir por la puerta de emergencia las veces que les salga del higo.

Las salas de reestreno se han extinguido, al igual que los cines de barrio. Si quieres ver una película ya estrenada te vas al videoclub (transformado en una especie de cajero electrónico) la alquilas o te la compras y te la ves en casa cuando te dé la gana y las veces que quieras. Los niños y jóvenes de ahora ya no recuerdan películas como los de mi época. Ahora las ven hasta que a los DVD se les borran los píxeles.