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miércoles, 16 de junio de 2010

Confesiones de un adicto al cine 1. Filmotecas de andar por casa

No soy el único en este planeta que amo al cine casi por encima de todas las cosas. Siento fascinación por el celuloide (aunque ahora se usen otros medios) desde mi mas tierna infancia y aunque ya no acuda tanto a las salas de cine (entre otras cosas por el precio de las entradas, la mala educación de los asistentes y el olor a nachos con queso) sigo viendo cine hasta que me sangran los ojos.
Pero no sólo eso, me gusta ver cine y me gusta coleccionarlo. Soy comprador compulsivo de cine (ojo no de cualquier cine) si no de aquel que me gusta y que mantiene una calidad digna para no destruir más neuronas de las necesarias.
He de reconocer que en mi colección (de más de 3.400 títulos) hay de todo. Desde la prehistoria del septimo arte, grandes clásicos, cine palomitero de los 70 y 80, cine para sibaritas y hasta modernidades estruendosas casi recién estrenadas.
He de confesar que de cine actual son pocos los estrenos que abarroten mis estanterías (las cuales se han curvado hasta llegar a rozar grados de verdadera angustia) En primer lugar debido a que pocos productos merezcan la pena y segundo porque siento mucha más devoción por el cine del pasado. Soy muy cuidadoso con mi filmoteca. Tengo una serie de reglas básicas, mandamientos inquebrantables: El principal, el más lapidario y causante de algún que otro conflicto ha sido el de "No prestar nunca". Os aseguro que a los albores de mis andaduras con el DVD había incluso quien me había llegado a tomar por su videoclub particular; malas caras, muchas, yo siempre recurría a eso de reprocharles todas la críticas vertidas hacia mi al comprarme tantas películas... “Yo tengo mi videoclub particular, me ha costado lo mío, ahora hazte el tuyo.” esa era una de las frases que solía utilizar. Otras cosas que no hago es dejar películas dentro del reproductor o tiradas por cualquier lugar (a no ser que tenga que reordenarlas o hacer recuento) tampoco suelo llevarlas a casa de nadie. Insisto si quieren ver la película que se la compren, la alquilen, la copien o la descarguen de Internet. Porque esa es otra. Preguntas tales como: ¿Para qué te las compras si ya te las puedes bajar? ¿Pero si se ven de maravilla descargadas y encima gratis? ¿Pero ya las ves todas? o ¿Si ya las has visto para qué las quieres guardar? Véndelas, alquilalas o incluso, regalalas y otras tonterías por el estilo.
Soy maniático con el orden, hay gente que se complica y ordena su filmoteca por género o autor o actor o distribuidora.... Yo soy de los prácticos por no decir clásicos y hago uso del orden alfabético. Lo encuentro mucho más rápido y sencillo. Hace poco supe de un tipo que cuando compraba una película tiraba la caja y metía el disco en un archivador. Se me pusieron los ojos como platos. Sí, que haga lo que quiera con sus DVDs pero personalmente lo encontré una completa aberración.
Ahora sucede que ha llegado el Blu-Ray Disc y claro, mi dilema fue... ¿Mezclo DVD con Alta Definición? Me ha costado decidirme pero sí, en mi caso lo he mezclado.
Y seguro que os preguntaréis... ¿Te compras los mismos títulos que tienes en DVD? Al principio me resistí. Poco a poco, algunos de ellos, los que más me han impactado han vuelto a entrar en casa en este formato. Los demás son cosas nuevas (no todas) sobre todo títulos en los que se pueda disfrutar de la calidad de imagen y sonido de este formato.
Por cierto, controlo mis películas gracias a una base de datos. Otra cosa curiosa es que cuando voy a comprar muy pocas veces (se pueden contra con los dedos de una mano) me he equivocado y he comprado algo que ya tenía.

Un Profeta: ¿La carcel? una escuela...

Películas sobre cárceles hay muchas. Unas buenas otras menos y otras que más vale dejarlas en el cuarto de castigo y perder la llave.Este no es el caso de Un Profeta (2009) dirigida por Jacques Audiard y protagonizada por Tahar Rahim, Niels Arestrup, Salem Kali, Alaa Oumouzoune. Una excelente obra maestra tanto en dirección, interpretación como en narrativa. Las más de dos horas que dura la película te mantienen enganchado a la butaca, embelesado por la interpretación de Tahar Rahim que borda con gran verosimilitud el personaje que le ha toca do interpretar.
Para el que aún no la haya visto, Un Profeta narra las desventuras de Malik El Djebena, un pobre desgraciado condenado a seis años de prisión. Malik carece de estudios. No sabe leer ni escribir y parece no sólo desorientado, sino aterrorizado con lo que va a encontrar dentro de su nuevo "hogar". Pero de tonto no tiene un pelo y la suerte (si se le puede llamar así) hace que se tope con una banda de corsos que domina la prisión. Poco a poco le irán encomendando una serie de "misiones" que debe cumplir para ganarse unos cuantos privilegios que lo conseguirán hacerse mucho más fuerte y así ganarse la confianza de César Luciani líder del grupo.
Malik aprende rápido, no solo en lo que concierne a lo "sano" (culturizarse, leer, escribir...) sino también al lado oscuro de la sociedad carcelaria. Con el tiempo se atreverá a elaborar sus propios negocios , lejos de los ojos de su "amo"...
En un momento como este que el cine parece estar lleno de remakes, secuelas, precuelas y refritos, Un Profeta es un soplo de aire fresco. Un regalo para la memoria cinematográfica. Audiard sabe hacer muy bien su trabajo tras la cámara. Sabe enganchar al espectador, no aburrirlo y sobre todo darle a la trama curda y realista ciertos toque de "realidad mágica" como la aparición constante del fantasma de Reyeb (Hichem Yacoubi) asesinado por Karim por orden de Luciani. O esa extraña visión (casi Lynchiana) del atropello del ciervo en la carretera que luego se convierte en una realidad...Un Profeta también tiene escenas tiernas. Son escenas de sensaciones, las de Karim cuando se le devuelve (momentáneamente) la libertad y puede volar, pisar la arena de la playa, sentir el agua en sus pies o poder abrazar al hijo de su mejor amigo Ryad´s. Son momentos compartidos por el personaje con el espectador y que se agradecen no sólo por nosotros, sino hacia el propio protagonista. La perfecta conclusión de la trama, ese momento gracioso, con un Karim aparentando ser un simple exconvicto más mientras detrás suyo le acompaña (muy poco disimuladamente) su nuevo séquito no tiene precio.