24 Imágenes por Segundo

miércoles, 18 de marzo de 2009

Eden Lake: God Save the White Trash! (2008)

Quién no se acuerda de ¿Quién puede matar a un niño? o Los chicos del maíz películas donde se pone en cuestión la inocencia de unos niños...

La vida misma es muestra de ellos. La televisión ofrece a veces noticias desconcertantes acerca de salvajadas infantiles u adolescentes que han traspasado la frontera de la gamberrada y en la que han acabado por derramar más sangre que la de una simple brecha. Pues resulta curioso pero la brecha que abre Eden Lake escrita y dirigida de forma efectiva (por no decir brillante) por James Watkins es tan profunda que cuesta días, por no decir semanas en cicatrizar. No es un terror desconocido el que nos muestra, ni mucho menos, es tan cotidiano que podría vivir a tu lado o tras la pared de tu casa. En este caso en un pueblecito ingles perdido en el bosque y a cuyo lago se dirige la pareja integrada por Jenny (Kelly Reilly) y Steve (Michael Fassbender), lo que parece ser un bonito fin de semana en donde Steve pretende entregarle a su amada el anillo de compromiso, se convierte en un infierno por culpa de la aparición de la “fauna” autóctona, una pandilla de preadolescentes, rudos, malhablados y sobre todo violentos que no ducan al principio molestar a la pareja, reírse de ellos, para luego iniciar una batalla que acabará en una auténtica guerra.

Si bien la balanza parece estar a favor de los mayores en este caso no sucede lo mismo ya que la crueldad infantil es aun más dura y grotesca que la adulta. Sus juegos son mucho mas imaginativos y sanguinarios ¡vaya si lo son!...

Al principio Jenny cuenta con la ayuda de su amado pero éste no tarda en sucumbir a la ira de los niños, debido a una rencilla por unos de los objetos robados de su todo terreno que acaba con la muerte de uno de los “componentes” de la particular banda de desalmados. Lo inteligente del guión de Watkins es que utiliza medios tan cotidianos como la aparición de un teléfono móvil como elemento clave que sirve para que los niños graben el daño que les infringen a los protagonistas, para utilizarlo como disuasorio en el caso de que alguno de los miembros de la banda quiera irse de la boca pero sobre todo subirlo a la red y presumir de sus hazañas. También no utiliza fuentes surelistas y se centra más en un docudrama que una película fantástica.

Eden Lake es una cinta dura, con momentos tensos de esos que te hacen apartar la mirada o ver a los protagonistas con verdadero odio a pesar de que son simples niños. El tramo final es de órdago. No sólo vemos que no hay posibilidad alguna de Happy End sino que descubrimos de donde han cultivado los modales los “tiernos” retoños. Un final que poner los pelos de punta y que te deja con un muy mal sabor de boca...

Martyrs: O el quíntuple giro de la tuerca (2008)

Mucha tinta se ha vertido sobre esta película y es que uno que no acaba de creerse todo lo que le dicen por lo que me ha mantenido al margen para ver que sucedía a lo largo de sus 95 minutos de metraje. Pero la duda y la espera ha dudado poco. Sí, lo confieso he visto Martyrs y me ha gustado. Pero he de decir que me ha gustado mucho más su trama principal con giros de guión a velocidad de vértigo que por sus polémica media hora final.

Me gusta el cine que me sorprende. Del que te hace pensar una cosa y de repente se tuerce para mostrar otra, eso sí, siempre que mantenga una coherencia. Por eso detesto el cine del M. Night Shyamalan del que me considero su enemigo numero uno. Una cosa es los giros de guión y otra las trampas. Martyrs por lo menos es honesta y no engaña como si lo hacía Alexandre Ajá y su incoherente Haute Tension (Alta Tensión). En Martyrs se te va desvelando la trama, desde un principio cruda y viscerál (explícita hasta la exasperación) para ir poco a poco dándote mazazos en el cogote de los que duelen y que te dejan patidifuso.

Personalmente veo la película en tres actos. El primero habla de venganza, una revancha un poco fuera de lugar, sanguinaria y que hace dudar de la cordura de su protagonista Lucie (Mylène Jampanoï) víctima de muy joven del torturador abuso de unos desconocidos de los que logra escapar y para dar con sus huesos en una institución mental donde tras una dura recuperación, y ayudada por Anna (Morjana Alaoui) una niña de su misma edad, conseguirá salir presumiblemente airosa. Pero sucede, que un día, en un periódico local, aparece una significativa foto que le hace rememorar su duro pasado por lo que decide borrarlo de su vida a golpe de escopetazo puro y duro.

Pero Lucie no está sola: Anna le ayuda como también un ser horrendo, mutilado, que la tortura con gritos, lloros y golpes y que no duda bajo ni un pretexto descargar sobre ella toda su ira. En este primer acto se cuestiona si realmente las víctimas son los personajes de la foto (una familia modélica compuesta por padre, madre, hijo e hija adolescentes) o en todo caso la victima sigue siendo Lucie y su mente perturbada por algo que ella no deseaba y que le implantaron en su memoria como un hierro candente...

El segundo acto es todo un homenaje a Hitchcock, sobre todo a Psicosis y aquí donde deja al espectador con ¿Y ahora qué puñetas pasará? En un acto que dura poco, pero que resulta inquietante, angustioso y que te deja incomodo en todo momento, sobre todo cuando una de las protagonistas se encuentra con algo aberrante tras lo que se suponía la aparentemente vida familiar de la familia modelo masacrada.

El tercer acto es muy duro, es como surgido de una perfomance digna de la Fura dels Baus, es cine sin habla (que no mudo porque ruido lo hay...) No me desagradó a la vista como si sucedió a más gente allí donde se ha ido exhibiendo. No es que este curado de espantos, pero lo que vi era una situación casi predicha, no pilla por sorpresa como las dos primeras partes de la película. Pero quien se lleva la palma es el final. Sí, Martyrs tiene uno de los mejores finales que he visto en la historia del cine. Es tan frío y egoísta que es digno del aplauso. Como el personaje que lo pone en practica ante la pantalla y ante quienes esperan ansiosos una respuesta.

Let the right one in (Låt den rätte komma in) (2008)

Hoy en día cuesta sorprender al público con una buena película de terror. Sobre todo con una que tenga fondo y los personajes sean creíbles, no modelos de peluquería y cuerpos desnatados surgidos de las playas de Santa Mónica. Por eso siempre me ha gustado mucho más el cine europeo, más dado a mostrar la realidad tal y como es. Ni los gordos son tontos ni graciosos, ni los delgados y guapos son listos y triunfan con todo tipo de moralina concentrada.

A lo que iba. Señoras y señores, niños y niñas bienvenidos a el terror europeo de autor, pero de mirarlo como si de pronto a Truffaut o al mismísimo Bergman le hubiese dado por ofrecer una versión particular sobre el mito del vampiro. Su director Tomas Alfredson le sabe dar ese punto introspectivo de que aparentemente no sucede nada, que todo es normal, pero que en el fondo se está tejiendo una historia compleja y muy enternecedora, pese a la situación y los acontecimientos a los que estamos siendo testigos. La historia no es suya, sino de John Ajvide Lindqvist, que ha adaptado su propia novela con mucho acierto, sabiéndole dar ese ritmo necesario para atrapar poco a poco al público (algo que resulta harto difícil hoy en día) Si es cierto que en buenas manos puede ofrecer una nueva visión, es este caso la de un punto de vista infantil e incluso en ocasiones hasta tierno (la escena de cubo de rubik es bella y a la vez inquitante) mucho más centrado en la amistad y apoyo mutuo que en sembrar caos y destrucción allí donde uno pisa. Sí, porque en Let The Right One In (que vendría a ser algo así como “Deja Entrar a la Persona Correcta”) se habla ante todo de amistad, de la de verdad, de los secretos, de las debilidades humanas y por supuesto de las sobrenaturales; pero sobre todo se hace mucho hincapié en la soledad, la eterna soledad del vampiro y de la incomoda soledad de un niño cuyos padres separados se lo rifan como si se tratase de un mueble o un objeto inanimado o la de sus compañeros de clase que lo repudian, humillan y burlan de él de forma aberrante.

En resumidas cuentas: lo más llamativo de toda la trama es su simplicidad, con muy pocos efectos especiales, salvo en muy contadas ocasiones y tampoco como para dar saltos de alegría o compararlos a los de una superproducción. Pero ojo, efectivos. Es una historia bonita, casi realista y de obligado visionado. Let The Right One In no es una película de sustos (no hace falta) ya que es cotidiana hasta la médula, pero sabe enganchar y hace sentirte solidario con la pequeña Eli (Lina Leandersson) cuya mirada de perrito apaleado y su aspecto feroz cuando se transforma deja a uno fascinado con su presencia y con su compañero de fatigas el joven Oskar (Kåre Hedebrant).