24 Imágenes por Segundo

jueves, 3 de diciembre de 2009

Peter Jackson´s King Kong : Ahora más grande, con más metraje...

Hacía tiempo que rondaba por casa una copia de Peter Jackson´s King Kong (2005) Edición Extendida de Luxe (3 DVD). La compré en Los Angeles, concretamente en una de las pocas tiendas que pude encontrar de DVDs en Santa Mónica. Es una edición que incluye numerosos extras y, además, la versión extendida , jamás vista en cines de la enésima revisitación del clásico que Merian Caldwell Cooper (24 de octubre de 1894 - 21 de abril de 1973) creo para la literatura. Dicha versión extendida incluye la friolera de 38 minutos extra (tal cosa no me debería sorprender ya que el Mr Jackson, al igual de James Cameron, se han encargado últimamente de hacer versiones elefantiásiscas de casi todas sus obras) repartidos a lo largo y ancho del metraje.  

He de apuntar que soy un gran admirador de la bestia salvaje que vive en la Isla de la Calavera desde que tengo uso de razón. Mi primer encuentro con el gran mono tuvo lugar allá por 1973, cuando se celebró un homenaje tras la muerte de Cooper y pudimos ir toda la familia al cine a ver el reestreno de la película. Reconozco que el King Kong ( Merian Caldwell Cooper) de 1933 sigue siendo el mejor de todos. Es el único que puede transportar la imaginación de un niño y hacerle creer que aquel bicho tan feo y tan grandote, de movimientos un tanto mecánicos, existía de verdad , aunque todo sucediese en blanco y negro y lleno de rallas en la pantalla. Son cosas que nunca se olvidan, se quedan impregnados en la retina para el resto de la vida (y posiblemente otras vidas...).

Ojo, pero no me tachéis de purista. Para mí solo existen tres King Kong. El resto son sucedáneos. El segundo King Kong que disfruté fue el que John Guillermin (el dios del cine catastrofísta) llevo a las pantallas en 1976 con una desconocida Jessica Lange y un melenudo Jeff Bridges. Esta fue una película que recuerdo haberla visto en una sesión matinal en el cine Pelayo junto con mi padre y mi hermana, mientras mi madre, en casa batallaba contra el desorden y nos preparaba la comida. Tengo muy buen recuerdo de esta versión, sobre todo su excelente banda sonora de John Barry y esa escena tan seductora de Kong desnudando a la Lange en la cascada y soplándole en modo hiperhuracanado para poder secarla. He de decir que el climax final en las desaparecidas Torres Gemelas con ese corazón de mono apagándose lentamente hicieron del niño que habitaba en mí (con 9 años uno esta muy sensible) acabase sentado en la butaca en un mar de lágrimas.

A contra de lo que mucha gente opinaba, he de decir que la versión de Peter Jackson me gustó bastante. El barbudo (y anteriormente orondo) director me dio una visión del gran mono que a mi me gustaba. Se nota que tiene un gran respeto a la criatura, al gran clásico de Cooper (aunque en una escena de la película Jack Black, interpretando a oportunista director de cine Carl Denham, mencione despectivamente al padre de la criatura). Tenía constancia de que Jackson había filmado más escenas y esperaba con anhelo poder verlas integradas en una versión para DVD. Cuando adquirí el DVD estaba que no me lo creía. Pero... en cierta forma sentía cierto temor en poder ver si lo que había añadido después de haberlo desechado merecía la pena y/o estropeaba el ritmo trepidante de la mitad de la película. Así pues, decidí no verla hasta que estuviese preparado para ello. De eso un año y medio hasta que Juanjo, un amigo cinéfilo, admirador del director del Señor de los Anillos me comentó que quería verla. Y la vimos.  

No se muy bien por donde empezar pero de lo que sí tengo claro es que la nueva versión ampliada de Jackson me gustó bastante. Por lo menos y como sucedió cuando vi por primera vez King Kong me teletransportó a la Isla de la Calavera y me olvide de todo lo que había a mi alrededor. Resulta curioso que algunas de las escena añadidas tiene muchísima mayor calidad en cuanto a tensión narrativa se refiere que algunas que dejó puestas (y que siguen incluidas como la estampida de diplodocus de cartón piedra que en la nueva edición chirría por todos lados). Lo añadido es bueno, muy bueno y todo un homenaje al clásico de 1933 como la escena del viaje en troncos por el pantano o el primer encuentro de la expedición con un ser primitivo en forma de Triceratops con muy mala leche... No todo lo nuevo se centra en lo que sucede en la isla. Otra parte del metraje extra está empalmado en la primera hora de película, en el viaje en barco, donde muchos de los actores secundarios se dibujan mucho mejor y donde conoceremos más detalle sobre la vida y anhelos de los protagonistas.  

El King Kong de Jackson gana en intensidad en esta nueva versión. Es más grande (tanto como el peludo habitante de Isla Calavera), más dramática, más intensa que la copia desinflada que pudimos ver en el cine. Merece, ante todo, darle una nueva oportunidad, no verla como un simple remake con mucho dinero de por medio. Es todo un homenaje al cine de antaño, hecho con todo el cariño y con conocimiento de causa.  

¿Cine en casa o cine en salas?


¡Ah, bonito dilema! Suena un poco como al de la gallina y el huevo ¿no es así? Pero estoy seguro que a estas alturas no seré el único que hoy en día le cuesta cada vez más salir a la calle para ir a una sala de cine a ver una película. ¿Y por qué igual os preguntáis? Pues en mi caso, entre otras muchas cosas, porque me da mucha pereza mover el culo del sofá y por la (ya lo se) mañida excusa del elevado precio de una entrada (eso sin añadirle las palomitas, refrescos y demás mandangadas...). Bueno, y si me permitís, por poner una excusa más, porque uno no está ya para aguantar a un público maleducado (victimas de la era consentimiento paternal) que no saben comportarse correctamente en una sala de cine ya que no paran de hacer el animal por entre el hueco de las butacas... Que sí, que también se que existen cines que repelen a este tipo de ácaros sociales; locales llenos de gafapastas intelectualoides que se consideran puristas y que veneran a Angeolopoulos, Von Trier y otros filósofos del celuloide (que tampoco desprecio). Pero, vuelvo a decirlo y quizás se la excusa con mas peso que pueda mantener ahora, me da mucha pereza salir de casa para ver una película. Me da igual que sea en 3D, de animación (estoy empezando a odiarlas), o super producciones de esas que se cargan medio mundo en Dolby Sorround... Ya no digo que lo que vaya a ver sea, por lo menos, decente y que valga la pena haber pagado por ella los 6 o 9 euros que cuesta la entrada...  


Ya se que no es lo mismo verlo en tu propia casa que en el cine. Aunque uno tenga una pantalla de 52 pulgadas, aunque cuente con un proyector y una pantalla de 2X2 metros... El cine es más cine en una sala llena de butacas alienadas, así lo será siempre, es precisamente el olor de una sala (cuanto más vieja mejor) lo que lo hace insuperable, ni el mejor ambientador del mundo conseguiría lograrlo.


Acerca de ver cine en casa... Hay que diferenciar muy claramente si el cine que vemos (o vamos a ver) es por lo menos en calidad, y no me refiero a calidad de guión, dirección e interpretación; hago constancia a si es de la suficiente calidad en cuanto a imagen para así poder disfrutarlo. Tenemos la santa suerte de que uno ya no tiene que esperar tanto a que el DVD o Blu Ray Disc de tal o cual película haga acto de presencia en nuestras tiendas habituales (tema precio es otra cosa). Si bien es cierto que a veces el ansia por conocer, o descubrir obras inéditas, haga que recurramos a descargar copias dignas del museo de los horrores. Hoy en día Internet se ha convertido en una especie de preselección de aquello que nos puede atraer (ya sea en música, cine o literatura) y posteriormente descargar nuestros bolsillos en dicho producto. No está el horno para bollos como para arriesgarse a meternos en una sala y tragarnos un bodrio infumable. ¡Ni hablar! Por lo menos en mi caso. Otra cosa es la comodidad. ¿Tienes pipí? Paras la película y te vas a regar la taza ¿Tienes popó? Otro tanto de los mismo ¿Te entra hambre? Paras y te preparas hasta una minipaella. Todo ello esturrufado en el sofá, con una mantita (si es invierno) o un cubata bien frío (si es verano). Que te has comprado la película. La guardas en tu estantería hasta la próxima vez que quieras verla (solo o en compañía) En resumidas cuentas: Comodidad. Eso sí, de ahí a coleccionar copias chungas de películas es otra cosa. Un buen cinéfilo (que no cinéfago) jamás consentiría tener una copia cutronga (otra cosa es que la película sea una basura integral) en su estantería. Ni regalada.  

Y yo me hago también una pregunta... ¿Tiene culpa la calidad de las obras (ahora si me refiero al guión etc..) para que el publico acuda a las salas a pasar más de dos horas sentado en una butaca?

Yo creo que sí. Son pocos los directores que hacen de imán para llevar a las masas a las salas de cine. Además, tristemente son pocos y hasta sobran dedos de la mano los que lo consiguen. Resulta curioso como las ventas de clásicos se han disparado de un tiempo a esta parte respecto a obras de nueva hornada. ¿Por qué? Sencillo: falta de originalidad en los guiones. Si no echadle un vistazo a grandes estrenos de los últimos años para daros cuenta de que estoy en lo cierto.

Ahora son muchos los estudios que quieren recuperar clientela. Su ponen que el 3D es la panacea del reflorecimiento de su negocio... Este año que viene (2010) empiezan a aparecer las primeras televisiones con tecnología 3D ¿Ganas de putear a las distribuidoras? No, en absoluto. La tecnología del hogar ha de renovarse. ¿Qué van a hacer sino el día que emitan películas en dicho formato en la parrilla de emisión de cualquier cadena de televisión? ¿Que sucederá cuando aparezca el Blu Ray con la versión 3D para verla en casa? El 3D no es la solución a la recuperación del gran público. Y una vez más volvemos a lo mismo: ¿Cine en casa o cine en salas?

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Paranormal Activity: ¡Cariño... soy un poco rarita!


Cuatro duros son los que han hecho falta para que esta película del terror haya llegado a las salas de cine y se haya convertido en éxito de taquilla. Eso demuestra una cosa: para aterrorizar no hace falta gastarse un gran presupuesto, claro está a no ser que lo que quieras hacer sea una película repleta de efectos especiales... entonces ni el genio de la lámpara con todos sus poderes puede ayudarte.  

Paranormal Activity (Oren Peli 2007) es más una cinta de sustos o de angustia que una obra de terror artesanal. No está hecha para según que publico, sobre todo para los más exigentes, aunque muchos de ellos hayan disfrutado horrores con espantos como El Proyecto de la Bruja de Blair (Daniel Myrick y Eduardo Sánchez 1997) o abobinaciones como The St. Francisville Experience (Ted Nicoladu 2000). Su premisa se acerca más a los interesantes (y divertidos) reallity Shows del estilo Ghost Hunters Headquarters, Paranormal Nation o A Haunted ya que guarda ese punto de experimento social al más puro estilo Gran Hermano.  

Paranormal Activity podría pasar incluso como una peculiar obra de teatro ya que apenas hay mucho movimiento y muy pocos escenarios. Sólo faltaría que ahora algún avispado productor se le ocurriese semejante (pero interesante) idea... Su historia es tan mundana que hasta parece aburrida (sobre todo a quien le interesa lo más mínimo la monótona vida de una pareja joven sin hijos que vive en una casa llena de puertas y largos pasillos...) bueno, a no ser porque cuando llega la noche la cosa cambia y algo extraño parece sucede a su alrededor, mientras ellos duermen; pero es precisamente ese algo tan sutil que hace se todo se salga de lo cotidiano. Al principio es un par de golpes en la pared, luego unos ruidos de pasos por la habitación, luces que se encienden y se apagan lo que hacen que la pareja se desvele de su sueño y que decida (él más que ella) montar un taller de cazador de fantasmas en su propia casa. Durante los experimentos descubrirán que no están solos, que alguien o algo más convive con ellos y que cada día que pasa va ganando fuerza mientras la de ellos se va perdiendo cual brutal herida producida por un escarpelo. Esa presencia se centra especialmente en Katie (Katie Featherston), es algo que ella ya conoce y que la ha perseguido allá donde hayan posado sus pies durante toda su vida. Ni siquiera la ayuda de un parapsicólogo (Mark Fredrichs) especializado en posesiones ni la de Amber (Amber Armstrong) la hermana de ella conseguirán que la oscura presencia se aleje de ella. Mientras tanto Micah (Micah Sloat) su novio continuará metiendo el dedo en la llaga, incordiando al ser sobrenatural, retándolo, burlándose incluso de él para capturarlo en la cámara y mostrarlo de pleno al mundo (bien sea a través de internet o mediante medios más ambiciosos como la televisión). Micah no quiere sustitos del tipo puerta que se mueve, golpes de aire helado o ruidos o gritos infrahumanos, quiere capturar la presencia en todo su esplendor. Los resultados de sus desafíos llegarán a desatar la tragedia.  

Lo mejor de Paranormal Activity es lo cotidiano en todos los sentidos. Tanto en el mundano como en el espectral. Es una de esas películas que después de vistas a uno le entran ganas de plantar una cámara frente a la cama, o enfocando la puerta del dormitorio para ver si realmente estamos solos. El terror es creíble, bien dosificado, bien calibrado. Solo la escena de la médium poseída que los protagonistas ven por internet es lo que más chirría. Estoy seguro que a partir de haberla visto nadie dormirá tan seguro como antes. Es posible que hasta más de uno ponga topes en la puerta o deje polvos de talco en el suelo para ver si al día siguiente hay extrañas pisadas grabadas en el suelo. Si algo tiene de malo este film es que es demasiado monótono, no es mi caso, las escenas nocturnas son inquietantes, aunque suceda poco o nada, aunque muestren momentos de sonambulismo o despertares súbitos producidos por el más allá. Paranormal Activity es una película correcta, efectiva y con una atmósfera que más quisiera alguna superproducción.  

Pontypool: Please, Don´t Speak in English!


El mundo del cine muchas veces da ciertas sorpresas, sobre todo en un momento en el que las ideas de ciertos creativos se limitan a copiar cual clones guiones venidos de otros rincones o incluso hacer refritos de éxitos del pasado. Había oído hablar de Pontypool (Bruce McDonald 2008) hace bien poco, a través de una reseña en una web de esas de descargas ilegales que pululan por la red. La primera cosa que hice fue ver el trailer como referencia a que el producto en cuestión valía la pena. Lo que se presentaba no era mucho. Tres personajes encerrados en una emisora de radio perdida en vete a saber que lugar de los EEUU recibiendo una serie de llamadas telefónicas angustiosas de personas que aseguraban que algo extraño estaba pasando a su alrededor...

Como uno es muy curioso, y por otro lado en la película se trata del mundo de la radio (medio que me dio la oportunidad de ser quien soy profesionalmente) conseguí hacerme con una copia de la misma.

A primera vista he de decir que la película me impactó. Si es cierto que su segunda mitad es algo extravagante, un poco difícil de digerir pero una vez la introduces en tu estómago acaba por gustarte, más aun encantarte. No es una película para todos los públicos, me refiero a los que adoran el gore, los monstruos, y los psicokillers vestidos de mamarracho. Es una obra minimalísta, de esas que te hacen pensar y que esconde un trasfondo mucho más profundo del que realmente aparenta.


Aparentemente Pontypool tiene todos los números de ser una nueva película de zombis, graso error. Sí, hay masas de gente que asesina a otras personas con una virulencia atroz, hay seres que arrastran los pies y miran fijamente a la nada en busca de alguien a quien hincar las uñas o los dientes. Pero no es una película de zombis.


Los tres protagonistas (Stephen McHattie, Lisa Houle, Georgina Reilly) son testigos de algo que sucede a su alrededor pero que no pueden ver. La radio tiene eso, es ciega de nacimiento pero no sorda. Su personaje principal llamado Grant Mazzy (Stephen McHattie) es un hombre rudo, de rostro difícil, que sólo sabe seducir con su voz a una audiencia pueblerina. Cuenta chismes de la comunidad y recibe cartas de admiradoras ya entradas en años, como él. Una madrugada, antes de llegar con su coche a la emisora, en plena tormenta de nieve, se topa con una extraña mujer que balbucea algo repetidas veces y después desaparece en la oscuridad. Ese suceso le deja un poco sorprendido por lo que decide utilizarlo como reclamo a su audiencia para que le sugieran cosas mediante el teléfono en antena. Su productora Sydney Briar (Lisa Houle), un poco harta de las extravagancias de su jefe trata por todos los medios que éste no se salga de su guión (que consiste en anunciar esto y aquello o hablar del tiempo o de cosas más mundanas como entrevistar al coro de la iglesia que ha venido a visitar el estudio) Sólo la técnico de sonido Laurel-Ann Drummond (Georgina Reilly) parece divertirle este cambio de rumbo del programa. La cosa se complica cuando Rick Roberts (con la voz de Kem Loney) corresponsal aéreo de la ciudad llama para comunicar que algo extraño está sucediendo en el centro de Pontypool. Al arecer una serie de personas están saliendo a la calle y asesinándose los unos a los otros...

Lo que sucede a partir de entonces es una serie de situaciones angustiosas, donde la duda es una constante. Todo el mundo sospecha que aquello es una farsa, que se trata de una broma pesada para desprestigiarse los unos a los otros. Pero la aparición de los primeros síntomas de esa extraña locura en uno de los protagonistas hará que el resto se convenza de que algo extraño está sucediendo.  

Pontypool entraría en la categoría de cine de infectados. Y lo haría por la puerta grande. Hay momentos que recuerdan a películas como las sagas [REC] (Jaume Blagueró y Paco Plaza 2007), 28 Días Después (Danny Bloyle 2002), Warning Sign (Hal Barwood 1985) o The Crazies (George A Romero 1973). Pero así como en estas se trata de un virus que entra por la sangre, en el caso de Pontypool la invasión se lleva a cabo por otras vías mucho más mundanas, extrañas pero lógicas y que recuerdan a la grandiosa La Invasión de los Ladrones de Cuerpos (Don Seigel 1956) o incluso a ciertos episodios de series de la talla de Twilight Zone o Expediente X.  

martes, 1 de diciembre de 2009

Carnival of Souls: A veces veo...


Hay películas que a menudo pasan desapercibidas a mis ojos. Son obras que descubro por pura chiripa bien en la estantería de un centro comercial o bien porque las oigo comentar a terceros. Este es el caso de Carnival of Souls ( Herk Harvey 1962) una interesante obra de terror psicológico germen de gran parte del cine que años más tarde se encumbraría como de culto o película supermega original de la muerte lenta y que beben de ella como sanguijuelas mutantes venidas del espacio exterior.

Hay que decir que su director, como sucedía con George A Romero (del que toma prestada cosas de Carnival en su obra magna La Noche de los Muertos Vivientes 1969) venía directamente del mundo de la publicidad y que debutaba en la pantalla grande con una película de muy bajo presupuesto, con actores desconocidos, casi todos ellos amigos o gente de su entorno laboral y en formato tan económico como el blanco y negro.

A veces trabajar con un presupuesto bajo hace que la inventiva cree verdaderos milagros y precisamente eso es lo que sucede con Carnival of Souls. No hay efectos especiales sofisticados (tampoco se habían inventado), ni siquiera una banda sonora de las que hacen historia. Todo se centra en efectivos trucos de luz, maquillaje y una perpetua música de órgano enlatada. Los planos son cuidados, oníricos en muchas de las ocasiones, los decorados son naturales, hasta ese circo, balneario abandonado donde habitan los fantasmagoricos esperpentos que atormentan a la protagonista son reales. Como sucedía con Romero y su Noche de... aquí no hay trampa ni cartón, pero si mucha habilidad para aprovechar el poco dinero invertido.  

La historia de Carnival narra las desventuras de Mary Henry una organista talentosa que un buen día no se le ocurre otra cosa que subirse al coche de unas amigas para ir a dar una vuelta por el pueblo. En medio camino se cruzan con un grupo de jovencitos que les retan a participar en una carrera. La mala suerte hace que el coche donde Mary y sus amigas viajan acabe en el fondo del río, tras caer por un lado de un puente... Cuando la policía llega al lugar del siniestro solo encuentran a Mary que surge del agua completamente desorientada. Pasan unos días pero aun sigue atormentada por lo sucedido por lo que decide marcharse del lugar y comenzar una nueva vida lejos de su ciudad. Toma su coche y se embarca en lo que será un viaje extraño, poblado de figuras pálidas y amenazadoras que la persiguen, donde el tiempo le juega malas pasadas deteniéndose a su alrededor, haciendo que la gente que la rodee la ignore como si ella no existiera. A eso hay que sumarle la obsesión que tiene hacia un viejo y destartalado balneario que también fue parque de atracciones y que se encuentra en las afueras de la ciudad. Son varios los personajes que se cruzaran en su vida, unos de ellos para ayudarla como el Doctor Samuels (Stan Levitt) o incluso Mrs. Thomas (Frances Feist) la dueña de la pensión donde ella vive. Otros la atormentarán como John Linden (Sidney Berger) su compañero de hospedaje que sólo busca llevársela al huerto o el enigmático Zombi del lago (Cary Conboy) que aparecerá asomado en ventanas o incluso oculto tras la butaca del Doctor Samuels. Si bien es una obra que ahora vista parece incluso ingenua (sus diálogos y algunas situaciones son un tanto ridículas) demuestra tener una fuerza visual que más de una película actual del genero del terror le gustaría tener. Su final sorpresa denota también su influencia en ciertos directores  

Carnival of Souls es una obra olvidada por el tiempo, es la semilla de donde han surgido otros árboles más robustos, algunos con pretensiones de secuoya pero que se quedan en simples arbustos. Obras como la mencionada La Noche de los Muertos vivientes, Carretera Perdida (David Lynch 1997), El Resplandor (Stanley Kubrick 1980), Los Otros (Alejandro Amenabar 2000) o la sobrevalorada El Sexto Sentido (M. Night Shyamalan 1999) le deben mucho. A su vez también se ha de admitir que Carnival of Souls debe muy mucho de la gran Psicosis de (Alfred Hicthcock 1960).  

Moon: Patchwork Espacial.


¿Por qué todo el mundo le ha dado por elogiar la obra de Duncan Jones (ahora bautizado in secula seculorum como el hijo de David Bowie)? Ojo, mucho cuidado, no voy a decir que Moon no me haya gustado, todo lo contrario, pero de la misma razón que admito mi admiración por ella también soy capaz de tacharla de ser poco original porque precisamente de falta de originalidad carece y marchas forzadas.

Moon es una de esas obras que está (muy pero que muy bien) pensada para atraer a los amantes de la ciencia ficción pura y dura. Sobre todo a los que odian las naves espaciales ruidosas, los cañones escupe láser, los monstruitos con cabezas imposibles y las batallas espaciales en galaxias muy muy lejanas. Por un momento me gustaría creer que Moon está concebida como un gran homenaje al cine clásico; que sobre todo rinde honores (y toma muchos iconos) a películas como 2001 Una Odisea en el Espacio (Stanley Kubrick 1969), Naves Silenciosas (Douglas Trumbull 1972), Solaris (Andréi Tarkovski 1972) o incluso las más posteriores Blade Runner (Ridley Scott 1982) o Gattaca (Andrew Niccol 1997). Precisamente Jones ha comentado que su obra es un reto para fans del género; toda ella está llena de detalles, referencias a otras películas o incluso a obras escritas de la novela de anticipación.

Moon es sin duda una película para lucirla en todo su esplendor en una pantalla grande (cuanto más grande mejor) de una buena sala cinematográfica; o para lucirla en una televisión panorámica y en formato HD (Alta Definición).


Para comenzar sobresale su diseño artístico de la mano de Tony Noble y el artista conceptual Gavin Rothery. Ambos saben mezclar lo futurista con lo lógico; cabe pensar que parte de los escenarios son decorados reales y sobreexposiciones digitales montados sobre cortinas verdes con palos y numeritos como referencias. Esta atmósfera creada es todo reto de presupuesto y también todo un homenaje a aquellos genios del cine pero sobre todo de los cómics que hacían poblar universos ficticios en Metal Hurlant o 1984. La estética en todo momento recuerda a la diseñada por Kubrick y Trumbull para 2001 y tal como sucedían en tal mítica cinta todo lo que aparece en pantalla parece muy funcional; incluso Gerty (ese robot que habla con voz de Kevin Spacey) es completamente factible, entre otras cosas porque es tan básico que dista lejos de seres mecánicos como Robbie el Robot o el mismísimo C3PO. Incluso logra en determinados momentos transmitir un gran numero de emociones utilizando un lenguaje tan básico como el de los Smiley.


Sobre la esencia del guión... su historia es muy simple: habla de la soledad, de esa misma soledad que puebla el paisaje lunar y la misma que el protagonista (impresionante Sam Rockwell) espera desquitarse con ansia al regresar a la tierra tras un periodo de tres años de trabajo en la base lunar, sacando del suelo una nueva y valiosa fuente de energía. Demasiado tiempo sin nadie parece estar jugándole malas pasadas ya que su mente empieza a ver extrañas visiones lo que hace que, tras un descuido, sufra un aparatoso accidente. Tras este incidente comenzará a descubrir muchas cosas sorprendentes sobre lo que le rodea, sobre sí mismo...


Destaco por encima de todo el enorme trabajo de Rockwell que se desdobla con una facilidad apabullante; que incluso sabe degenerar un personaje como si fuera una manzana pudriéndose lentamente en una cesta. Es en algunos momentos parece frío, casi inhumano, mas artificial incluso que Gerty pero, con el paso del tiempo, sus sentimientos y emociones irán aflorando haciéndole encontrar su lado más humano, esa chispa que solo consigue el alma pese a que su cuerpo sea el de otro...


Los peros... Moon suena a ya visto, demasiados homenajes la hacen poco original. Si bien es una obra redonda (como la misma luna) no deja de ser un clon de otras películas (buenas películas) del género. ¿Intencionado? ¿Casualidad? ¿Falta de originalidad? La decisión final esta de parte de la crítica y el público.