24 Imágenes por Segundo

jueves, 26 de junio de 2008

La noche de los Kalamares I

1ª Parte: ¿Por qué detesto hasta lo inimaginable a M. Night Shyamalan?

Para quien me conozca dedicarle un post (en este caso doble) a un personaje tan nauseabundo como M. Night Shyamalan es algo fuera de lo común. No sólo hablar de él me produce todo tipo malestares de sino que también logra ponerme de muchísima mala leche. Es de las pocas personas que logra sacar lo peor que hay en mí. Me transforma en una especie de Mr Hyde desbocado. Entonces os preguntaréis ¿Por qué puñetas hablas sobre él? Muy sencillo: porque me lo piden, a gritos, con ansia, desesperados. Y yo como soy muy cumplidor y muy amigo de mis amigos pues hablo sobre este ser a pesar de sentir un desprecio inimaginable acerca de su carrera como cineasta.

Mi primer contacto con semejante engendro del séptimo arte (me duele considerarlo como director de cine porque si fuese por mí no se merecería dirigir ni un mísero cortometraje de fin de curso) fue con la aplaudida (no por mí, por supuesto) "El Sexto sentido" (1999). He de confesar que fui a verla al cine pagando, cosa que me avergüenzo considerablemente, pero más duele haber perdido 107 minutos de mi vida indigestándome con semejante insulto a la inteligencia. Eso sí, también ya iba al cine a sabiendas de su estúpido y sorpresivo final. No es que nos lo contase nadie, vamos por algún idiota de esos que le gusta estropear finales y se cruzó por nuestro camino, no. Simplemente en casa lo hicimos por deducción. “Niño ve fantasmas y psicólogo trata de ayudarlo, pero claro hay un final en la película de esos que no te esperas ergo psicólogo es un fantasma. Yo y Miguel (mi compañero) igual somos demasiado retorcidos o incluso dignos herederos de Sherlock Holmes y el Doctor Watson pero pudiomos comprobar con alguien que la había visto que tras atar algunos cabos habíamos llegado a la correcta conclusión. Si, Bruce Willis estaba muerto.” En todo eso era lo de menos, que se chafe la sorpresa no significa que el resto de la película sea superflua o pierda interés (como en el caso de “Los Otros”, Alejandro Amenabar 2001, “Homicidio”, William Castle 1961 o “Psicosis” Alfred Hicthcock, 1969) así que fuimos a verla. Vaya ilusos y pardillos fuimos.

A cada minuto de trama que se sucedía en pantalla me iba poniendo de más mal humor. Si hay algo en una película que no soporto es que el director (en este caso un inepto que no sabe cómo solventar un enigma) trate de arreglar un mal guión haciendo trampas chuzas. Aunque mucho vean el guión de “El Sexto Sentido” como la quintaesencia del cine éste tiene más trampas que la tumba donde se inician las aventura de Indiana Jones en “En Busca del Arca Perdida” (Steven Spielberg, 1981) vamos del tamaño de estadios de futbol como el de Maracaná. Si, aunque a muchos de vosotros os cueste negarlo “El Sexto Sentido” está llena de trampas y eso solo sirven para que el puto director se te ría en tu cara, te llamé imbécil y para el colmo después de haber pagado para ver su obra.

Cualquier buen experto en cine me dará la razón en afirmar que el señor M. Night Shyamalan es experto en saltarse las elipsis como le sale de las pelotas. Él siempre es el amo, el innovador, el que va del típico palo: “Lo que ves es lo que vale porque como no tengo ni puta idea como resolverlo te lo vas a comer con patatas. La película es mía y yo la hago con ella lo que quiero.” No, no, no y mil veces no M. Night Shyamalan. No sé en qué universidad estudió usted cine o si su repugnante ego le permitió tomar apuntes de estilo narrativo y elipsis pero no se pueden hacer chapuzas tan ridículas en una película como las que usted suelta en “El Sexto Sentido”. A mí como cinéfilo no me sirven excusas idiotas de: “Como el personaje está muerto y no lo sabe, sólo ve lo que él quiere.” Excusas. Excusas absurdas y baratas. Eso sólo quizá le sirva para devoradores de palomitas y nachos con queso y salsa de tomate con tropezones, de esos que entran con el teléfono móvil encendido en la sala y joden la marrana dando pataditas en la butaca del tipo sentado enfrente. Pero no a una persona que devora películas con devoción, saboreándolas como si se tratasen de una delicatesen. Reconocerlo, “El Sexto Sentido” está lleno de esos chapuceros momentos por ejemplo: como cuando Bruce Willis se encuentra reunido con los médicos, o sentado junto a Tony Collette esperando que llegue el Osmet a casa. O cuando se presenta a Willis tras el descarado prólogo comentando que tiene un nuevo paciente… a lo que te preguntas ¿Quién puñetas lo ha contratado otro fantasma? Trampas, trampas y mil veces trampas chuzas, absurdas para engañar al espectador y quererle llevar al terreno del director, engañarlo ruinmente y dejarlo lobotomizado. Sí es cierto que “El Sexto Sentido” tiene sus momentos, pero en su contexto se convierte en simples fragmentos de un tráiler, nada más.

Sobre su posterior filme, “El Protegido” (2000) poco tengo que decir de ella. Fuimos a verla, es posible en cierta forma por ver si Shyamalan había corregido los errores cometidos en la película del niño que ve muertos… Trampas tiene, muchas menos, pero es una película tan aburrida que cansa hasta el propio sueño. Es el típico filme encefalograma plano donde todo va lento, como en un aura de absurdo misterio, donde todo son miradas y silencios en plan cine intelectual al más puro estilo Bergman (con perdón Igmar) o Miguelangelo Antonioni, y con un final que hace patalear de la risa y vomitar las palomitas y de paso los nachos con tomate y queso.

Su mayor estupidez hecha película llega con “Señales” (2002). La cumbre de la mayor estupidez de su carrera (hay quien dice que esa es “La Joven del Agua” pero no es cierto) Otro guión lleno de mas lagunas que el norte del continente americano. Profundas como las Fosas Marianas y rellenas de mierda en vez de agua (por si acaso uno de sus aliens alérgicos al H2o Mete la pata allí dentro o decide pegarse un baño). Esta es la última vez que pague por ver algo de este tipejo y poco me faltó para ese día quemar el cine y pegar al acomodador y a la taquillera que me había vendido la entrada. Si en “El Sexto Sentido” insultaba la inteligencia, en esta la escupe y se orina y defeca en ella hasta quedarse hueco. Es tan pobre en recursos que hasta tiene que salir él en mitad de la película para contar cosas que el espectador no acierta a comprender. Eso sí, con suposiciones tan absurdas como: “He visto que no dejan señales donde no hay agua por lo que debes ser alérgicos a ella…” Bueno tampoco dejan señales al lado de los MC Donnald, de la carpa del Cieque du Solei, del zoo cerca de donde habitan las jirafas, del barrio judío de Nueva York, del Blockbuster de la esquina y si nos ponemos de la caravana donde Stephen King escribe sus novelas… Pero claro todo es una alegoría, una alegoría salida de un pedo de su culo porque no hay quien se la trague. No sé, igual ese día se me olvidó ponerme el gorrito de papel de plata con la punta orientada al espacio para entenderla, o no estaba preparado para ver su obra, como me dijo un día un iluminado que se le hacia el culo Pepsicola cada vez que se hablaba de Shyamalan. ¿Pero alguien se cree a unos marcianos alérgicos (bueno se mueren) al contacto con agua que deciden invadir un planeta cuya superficie es el 70% de dicho liquido? ¿Si deciden invadir un planeta con algo tan nocivo para ellos por qué no vienen protegidos? ¿Cómo saben construir naves y hacer dibujos estúpidos en los campos de maíz cómo es que no saben abrir puertas de madera de una granja chuchuría?

“Noooo, vessss como no la entiendessss Es que la película eso, incluso es lo de menos. Va sobre la fe y como Dios utiliza diversos elementos para que un capullo con cara de Mel Gibson vuelva a recobrarla” “Vale, entonces, ¿si lo importante es que recobre la fe que coño hacen los putos aliens aterrizando en Rio de Janeiro, Egipto o Delhi?” Dejadme de nuevo que me ría, me mee (sobre la cara de un alien o de Shyamalan) y acabe mareado y sin apenas aire. Añadir que “Señales” como comedia es una obra maestra, pero no como una película seria y filosófica o metafísica o cualquier cosa New Age que suene bien. Para eso ya tenemos “Encuentros en la Tercera Fase , (Steven Spleiberg, 1977) Contact (Robert Zemeckis, 1997) o si nos ponemos la interesante pero maldita Alien Nacion (Graham Baker 1988)

Con “El Bosque” (2004) empezó mi etapa "sentado en la butaca de casa para ver a Shyamalan". Lo que me permitía ver la película (si se le puede llamar así) pararla, verla en trozos a cuenta gotas (para que no se produzcan daños al cerebelo), irse a mear, cagar o prepararse un bocata (o las tres cosas a la vez) ¡ah! e incluir llamar por teléfono a tus amigos mientras la vas viendo. Si “El Protegido” aburre “El bosque” produce cáncer. Su tono ridículo, su guión anodino, su falta de garra (se la prestó toda a los estúpidos Muppets que pueblan la arboleda que rodea el puebelcito de marras) la convierten en un perfecto posavasos si te la regalan en DVD. Bueno encima ha de salir él camuflado por un periódico para contarte de nuevo cosas que no explica en el guión. De puta pena.

En “La Joven del Agua” (2006) Shyamalan destapa por fin las cartas. Él no es un cineasta no, es Jesucristo Salvador reencarnado de nuevo en la tierra, pero en este caso en vez de multiplicar peces y panes, o caminar sobre las aguas, escribe guiones y convence a grandes masa de seguidores a unirse a su estúpida y burda religión. Como viene siendo habitual en él (a modo de piñón fijo) otra vez utiliza el símbolo del agua como elemento recurrente (que siiiiiiiii, que ya sabemos que de pequeño casi te mueres ahogado en una charca pero no nos lo refriegues por la cara que nosotros no tenemos la puñetera culpa) y con ello el rollo (super importante) de los colores (como si se tratase de un alumno aventajado de la Gestalt) en esta peli el protagonista no es Paul Giamatti ni Bryce Dallas Howard, ¡es ÉL! Si, con mayúsculas y si es posible con luces de neón. La chorrada que cuenta es que una ninfa que vive en una piscina (claro si no le echan cloro se llena de bichos) llega al mundo, agonizante, porque un iluminado interpretado por Shyamalan debe salvar a la humanidad con una de sus obras. Lo demás no importa. Es superfluo. Sólo vale ÉL, ÉL ,ÉL, ÉL, ÉL y mil veces ÉL. Quizás para mí es la menos criticable de su carrera porque como ya he dicho antes es donde realmente se ve el ego de este personaje, donde por fin muestra su cara y enseña lo que realmente quiere vendernos. El algo intrínsecamente unido a un niñato repelente que desea destacar en cualquier vertiente de arte y realmente carece de duende.

Próximamente: La Noche de los Kalamares II. El Incidente.


3 comentarios:

A las 26 de junio de 2008, 14:18 , Blogger SisterBoy ha dicho...

No está mal como aparitivo, esperamos el plato fuerte. Como tú bien sabes en desacuerdo con todo excepto con lo que dices de "La joven del agua". Permanecemos en sintonia

 
A las 29 de junio de 2008, 2:48 , Blogger Eva ha dicho...

yo ya muchas no las he visto, es que no me gusta y ya, y no es por el tema, que yo vivo en una casa en la que las luces se encienden solas, los electrodomésticos tienen vida propia y en la crecen cactus entre cadáveres de figuritas de barro; habla de lo sobrenatural como si fuera la biblia para niños, el quijote para niños y etc. etc.

 
A las 16 de julio de 2008, 18:36 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Aún recuerdo haber visto "SEÑALES" en tu casa y cachondearnos de todos sus fallos, que son unos cuantos (muy muchos).
Después de señales no he vuelto a ver ninguna, me basta con tus explicaciones!!!


Raúl.

 

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